martes, 22 de septiembre de 2009

SOÑAR DESPIERTO


La Mujer Del Celador


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La mujer del celacho del edificio donde trabajo esta buena, no tan buena como para uno ya caerle e importarle poco que su marido duerma mal durante 12 horas y le den de dotación una arma de calibre 38, no. El tipo se nota que es de Boyacá, de Raquira o de Sutamarcha, una vaina así; tiene su piel morena no por el sol sino por su "tragedia indígena" (que algunos se negaran a compartir) y el bigotico típico de guachiman.


El tipo es mas alto que yo, o sea que no alcanza el metro ochenta pero le sirve para distinguirse fácil del piso, no como uno, que le paga la vacuna a las ratas y a esa otra mafia asquerosa de cucarachas. La tipa no es mas baja que él, o que yo, y también es morenita la mujer esta. Cuando yo paso y lo saludo (y entre nos le digo un simple "buenas" y levanto las cejas porque no me sé el nombre) estando ella por ahí, el tipo me mira con esas cejas como si fuera una sola y, celoso como él solo, chirriando los dientes (yo los escucho), me hace poner los ojos en el suelo y no en la mujer de él.


La cobardía no ayuda para nada, es que ni para mirar a una mujer casada. Y mal no esta, pero no le he dicho como es. Primero tiene un hijo, y no es como esta Elodia Porras o como Paula Andrea Betancur, o tantas que salen ahora en la televisión sin ningún otro mérito aparte de su belleza, mas bien es normalita, flaquita y con un par de ojos que sin palabras hablan, como dice la canción. Y repito, así para morirse no es, si ella pasara por la calle uno no la distinguiría a menos que tuviera un mico colgándole en la cara. Pero como es la mujer de un celador, y un celador esta por debajo de uno (?) y como uno no tiene nada, pues a uno le da envidia. Sí, es para morirse de la envidia.


La hija, o hijo, no se que tal será, no se si es niño o niña y eso que debe tener unos cuatro años, pero yo amagando y escondiendo las vistas me doy cuenta que dejó a la madre bien puesta: tiene una cintura de esas que no se ven sino de la 84 para arriba (calle), o por ahi si uno esta muy de buenas, o con cualquier tonto que lleva en la mano una botella de agua, en la cabeza una pañoleta, y mi salario en yines rotos. Hay vagos muy de buenas, y hay otros vagos que tenemos que trabajar para darnos placeres profanos a buenos precios o una que otra rodadita por algún bar viendo a niñas lindas con niños lindos e imbéciles, tomar un trago en el proceso, escuchar algo de música sin salir a bailar (porque simplemente nunca se aprendió, uno nunca tuvo de esas tías que uno le escucha a los amigos) e ir alimentando la desilusión. Por lo general estas niñas se rumbean con cualquier pendejo que tenga el pecho bien formado y que le insinúe su abdomen a través de la camiseta ceñida al dorso con el logo de la marca de ropa de esas que a uno le regalan en algún cumpleaños y se las deja al hermano porque le da oso mostrar la barriga. Y no le he dicho nada.


Ella tiene la cara bonita, es como si fuera de porcelana, las cejas no tan depiladas como algunas anoréxicas (y no solo por las cejas delgadas) suelen llevar, sino que son mas bien naturales, pero hay que reconocer que a casi nadie le queda bien una poblada y vasta ceja, sin contar que algún tipo se amariconará quitándose cada quince días los pelos de encima de la nariz. Ella tiene unos ojazos negros como penas de amores, el pelo negro y lacio como vil modelo y unos labios que uno no puede sino envidiar, y obsérvelos por el mostrador bajando la vista que el celador lo anda mirando y cuídese que la mercancía ajena no se desea. Pero es que a ella no la deseo, ni al tipo le vivo augurando cualquier mal, nada de eso, yo simplemente estoy haciendo una observación, pero como cuando halagan a la mujer de cualquier hombre sobre la faz de la tierra uno lleva la de perder, por el sólo hecho de ser hombre, y eso, ante machos y hembras, ya es delito suficiente, pues mejor no la sigo mirando y mejor me la imagino, con su cadera como debe ser, un trasero generoso y el frente pues como el de cualquier mujer. Si nunca ha visto una teta entonces no le puedo decir más.


Pero lo que yo recuerdo en especial de ella fue una vez que me abrió la puerta, me siguió la mirada hasta el ascensor, y en ese instante parpadeo como en cámara lenta bajando la cabeza y mirando el piso cuando liberó el brillo de esos ojos después de una eternidad al mantenerlos cerrados. Nunca en la vida vi a un tipo tan feliz como cuando la miró a ella y, esperando a que me llevara el elevador en un tortuoso viaje del cual la única salida era la oficina en donde en vano pierdo energía, con la puerta metálica a entrecerrar, la abrazó sin tener que besarla y ella lo imitó, demostrándome a mi por un momento que lo que distingue a un hombre no es lo que tiene o lo que hace, sino quien lo acompaña en la soledad de su labor mientras trata de soportar a tanto tipo suelto que no hace mas que codiciarle la mujer, a cualquier tipo que todas las mañanas le regala una sonrisa de madrugada para saludarlo porque no quiere desperdiciar la voz.

3 comentarios:

SIN CENSURA, PERO CON RESPETO. DE TODOS DEPENDE ...